¿Sabes? Cualquier otra rechazaría este trago, pensando que solo pretendes emborracharme, pero yo confío en tí. ¿Te he dicho mi nombre? Me llamo Bella, me han dicho que es un nombre de princesa pero tal y como estoy ahora hubiera sido mejor tener nombre de prostituta. Menos mal que no saben  en lo que se ha convertido esta  pequeña. Pero, ¡tranquilo! no hace falta que te compadezcas de mí, no hace falta que me tengas lástima; pero me gustaría saber algo sobre tu vida. ¿Qué hace un chico como tú en un lugar como éste? ¿Buscas al amor de tu vida o huyes de él? Pensarás que no es el lugar y momento indicado para hablar de eso, otra chica en mi lugar haría otras cosas, pero yo no soy como otras. Tengo nombre de princesa ¿te lo he dicho ya? Yo creo en  el verdadero amor, pero el de verdad ¿me oyes? Ese que solo llega una vez en la vida y se adueña completamente de tí; ese que te hace temblar y perder el sentido del tiempo; ese para el que no existen ni leyes ni fronteras. Ese amor no está permitido a los mortales. Nosotros que creemos tenerlo todo y gozamos al máximo de los placeres que nos regala la vida, nos creemos inmortales mientras dura la fiesta y luego solo nos queda ignorar la cruda y volver a caer en el pecado. Ser un humano da asco, pero a mi no me preocupa, porque el amor está reservado a los grandes, los de sangre azul, las chicas con nombre de princesa. Así que seguiré esperando entre el vodka y las estrellas a que venga a rescatarme el amor. Pero me has caído bien y te diré algo, no me hagas mucho caso pues… solo soy una chica que creció demasiado rápido a la que le sobra alcohol en el estómago, alucines en el cuerpo y cuentos de hadas en la cabeza.

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